¿Por qué tener esperanza?

John Zerzan
2013
Eugene, Oregon

El rechazo por la esperanza se ha vuelto bastante atractivo, sobre todo entre los anarquistas. Desierto (2011) hace propia esta idea en su portada con la frase "la revolución anarquista mundial no va a suceder, el mundo no será salvado", la cual se repite otras dos veces más en las páginas preliminares. "La civilización siempre va a existir y ya es hora de abandonar las batallas que son imposibles de ganar, seremos más felices en la resignación que en la desilusión". El grupo neoludita mexicano Individualistas Tendiendo a lo Salvaje (ITS) también afirma no creer en la victoria por sobre la opresión y la dominación. "No creemos que esto sea posible", han proclamado en repetidas ocasiones.

Pero esta victoria es posible. No sabemos con seguridad si llegaremos a superar la enfermedad civilizatoria, pero es posible. Sólo por eso me aferro a la esperanza. Kierkegaard: "la esperanza es la pasión por lo posible". Puesto de otro modo, ¿qué fue de la consigna "demandar lo imposible"? Si nos resignamos antes de haber empezado, ¿no garantizamos así nuestra derrota?

Conviene recordar la novela "El hombre unidimensional" de Herbert Marcuse, que describía el triunfo definitivo de la esclavitud consumista. Tan sólo semanas tras su publicación en 1964 inició un proceso de revueltas anticapitalistas en varios países que remecieron al mundo entero. Marcuse aceptó con entusiasmo su error. Y como en ese entonces, el sistema global actual ha comenzado a dejar entrever sus defectos a través de las grietas abiertas por los insurgentes. Las soluciones propuestas son cada vez más rebuscadas, y las condiciones para hacer algo aún más grande que el movimiento anticapitalista de los años 60 están dispuestas sobre la mesa.

Pero no lo conseguiremos renunciando a la esperanza. Es bien sabido que en la enfermedad la salud se recobra no con desesperanza, sino todo lo contrario. Tomemos el libro "Salmo 44" del escritor serbio Danilo Kis, que trata sobre el testimonio de resistencia de una familia encerrada en Auschwitz, en donde aferrarse a la esperanza no era una simplemente una opción, sino una necesidad. Para la mayoría de las personas y el resto de la vida en este planeta las cosas se ven oscuras, pero no estamos en Auschwitz. ¿Por qué habríamos de renunciar nosotros a la esperanza?

No hablo aquí de las ilusiones, sino de la esperanza. El egoísmo y el nihilismo están en boga entre los anarquistas: ¿es acaso que ya no tenemos nada que ofrecer en materia de análisis e inspiración? ¿Es acaso el ejercicio de soñar condiciones mejores mucho pedir?

La tecnocultura actual promueve el solipsismo, el narcicismo y la alienación mientras más adictos son sus usuarios. ¿Pero acaso Max Stirner veía valor en el mundo natural sólo en relación al Ego? ¿Cuánto interés puede tener el egoísta en el apoyo mutuo, las luchas por la emancipación social o la desaparición de la comunidad?

¿Podría decirse que el nihilismo es la idea de que, para al fin poder alcanzar un modo de vida decente, habríamos de desechar el mundo actual con sus modos y costumbres? Si así fuera, entonces soy un nihilista. Pero si el nihilismo es la política de la desesperanza, entonces paso. ¿Acaso un nihilista no podría servir también al desarrollo? Lyotard: "lo que occidente lleva a cabo con sus megaciudades es nihilismo, al cual llaman desarrollo".

Vivimos en tiempos aciagos, pero como dijera Oscar Wilde: "estamos todos en un mismo abismo, pero algunos estamos mirando a las estrellas".


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